Pacto entre Padre e Hija - FIN.
El auto avanzaba lentamente por las calles desiertas del amanecer, las primeras luces del día filtrándose a través de las ventanillas sucias, iluminando el cuerpo exhausto de Jessica que yacía en el asiento trasero. Francisco no podía evitar mirarla por el retrovisor cada poco segundo, sus puños apretando el volante con una fuerza que dejaba sus nudillos blancos. Verla así, manchada, sudorosa, con el vestido arrugado y las piernas temblorosas, le provocaba una ira fría que quemaba en su pecho. "Ella es mía... solo mía", pensaba, pero la realidad era más compleja. Había permitido que otros la tocaran, que otros la usaran, porque su niña quería un bebé, y él, por más que lo deseaba, no podía dárselo. El silencio en el auto era espeso, solo roto por los ocasionales gemidos débiles de Jessica cuando el auto pasaba por un bache, haciendo que su cuerpo adolorido se estremeciera. Francisco quería hablar, decirle algo, pero las palabras no llegaban. En cambio, extendió una mano ha...